El último informe del Banco Mundial ha elevado las proyecciones de crecimiento para Chile, pero el país aún enfrenta desafíos significativos en innovación, productividad y educación técnica. Según el reporte titulado “Perspectivas económicas – América Latina y el Caribe” (octubre 2025), la proyección de crecimiento para 2025 se ha ajustado a un incremento gracias a un mayor dinamismo del consumo privado y los elevados precios del cobre. Sin embargo, el economista Pablo Peña de la Universidad de O’Higgins advierte que esta mejora es marginal y no refleja un cambio en las tendencias de crecimiento a largo plazo.
Pese a la leve mejora en las proyecciones, Chile se mantiene dentro de la media de crecimiento regional, comparable a países como Brasil, Colombia y Uruguay, pero a la zaga de Argentina y Perú. Peña destaca que, aunque el país presenta un entorno macroeconómico estable, enfrenta déficits fiscales persistentes y dificultades estructurales que han impedido su transición hacia una economía más productiva. Este contexto genera interrogantes sobre su capacidad de competir en el mercado internacional ante las inminentes fluctuaciones en la demanda global.
El panorama global, con un enfriamiento de la economía de China y las naciones del G-7, sumado a las altas tasas de interés, podría representar un obstáculo considerable para las exportaciones chilenas y la inversión extranjera. Entre estas condiciones, las empresas podrían replantearse sus planes de inversión, lo que repercutirá en el desempeño económico del país a mediano plazo. Peña enfatiza que la solidez de las políticas macroeconómicas y un marco institucional estable serán esenciales para atraer inversiones a pesar de la inestabilidad comercial que podría persistir.
No obstante, Chile tiene la oportunidad de posicionarse como un proveedor clave en el ámbito de la transición energética, lo que podría abrir puertas hacia un desarrollo sostenido. Según Peña, si se implementan políticas efectivas para incentivar la innovación y el sistema educativo, tanto en áreas técnicas como en educación primaria y secundaria, el país podría beneficiarse de esta nueva realidad global. Fomentar el desarrollo de capacidades en STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) será fundamental para preparar a la fuerza laboral para los desafíos tecnológicos que se avecinan.
Frente a estos retos, la diversificación de la matriz productiva se presenta como una necesidad imperante para generar empleos de calidad y alcanzar un equilibrio fiscal y monetario sostenible. Las expectativas económicas podrían cambiar en función de los resultados de las próximas elecciones presidenciales, las cuales podrían dar lugar a políticas fiscales más restrictivas o impulsar reformas estructurales esenciales. Según el economista, la clave para el crecimiento a largo plazo radica en promover un entorno propicio para la adopción de nuevas tecnologías y la identificación de sectores con alto potencial de productividad.
